Los choferes de Palestina de los Altos

Sorteadores de peligros, ejemplo perpetuo


"El Noble", fue uno de los primeros
camiones de Palestina. (fotos, cortesía
de Estuardo Monterroso)

“Aquí yace el primer chofer de Palestina de los Altos”, reza el epitafio sobre la tumba de don Jorge Godínez, un hombre bragado en mil historias que conocí cuando mis padres decidieron irse a vivir hasta la parte norte del pueblo, en un terreno que adquirieron por cien quetzales a doña Panchita Godínez, hermana de don Jorge.

Doña Petronila Velásquez, mujer de una paciencia infinita y madre amorosa con cada hijo que tuvo, sostenía en alto la moral de la familia; “mis hijos vivirán con la frente en alto porque así les enseñó su tata”, solía decirle a mi madre en sus infinitas tertulias que por momentos, se tornaban en una especie de misa cantada.

Sí. Se comunicaban alargando musicalmente cada sílaba, que recordaban las misas del padre Matías cuando llegaba a oficiar en las fiestas importantes del pueblo:

–“¡Haaaaaaaaaaaayyyy, doña Nila, los hiiiiiiiiiiiiijos hacen sufrir”…

–Síííííííííí Chana, pero son nuestros hiiiiiiiiijos y debemos aguaaaaaaaantarlos.

Cuando don Jorge llegaba al volante del viejo camión amarillo que manejaba, desde la recta, antes de alcanzar la “curva de los Paya
sos”, hacía sonar su bocina. No había uno solo en el pueblo que no se enterare que estaba a punto de arribar con frutas y verduras, llevadas de Almolonga o cualquier otro lugar del departamento de Quetzaltenango.

Infaltable en los desfiles del Día de San Cristóbal, patrono de los choferes, don Jorge se esmeraba siempre en adornar llamativamente su camión, como muchos otros señores del transporte local que hicieron entonces, del Día de los Choferes, una fiesta sin precedentes.

Cada año, don Valdemar Monterroso, con su infaltable camión, cuyo nombre, nos traslada a la nobleza, también fue genio y figura de una fiesta que ya, muy pocas veces vemos con fervor en Guatemala.

“El Noble”, fue el nombre del camión que don Valdemar manejó durante toda su vida y que por las tardes, nos despertó del sopor, cuando tomaba la curva del copante. Era señal que había sorteado el peligro. ¿Quién no recuerda a don Valdemar, cuya vida dejó huellas profundas en un pueblo que hoy pocos le recuerdan pero muchos le reconocen?

Como él, están don Enrique Villagrán, padre de una generación de choferes, entre los que, desde luego, destacan sus hijos y nietos que fueron enormes conductores de camiones que el Día de los Choferes, hacían delicioso el pasar
del tiempo.


Don Valdemar Monterroso, uno de los
primeros choferes de Palestina.

¿Qué recordar de don Polo Noriega? Un amigo me contó que cuando don Polo, bajaba de Palestina a Xela, por toda la recta de San Juan Ostuncalco, su camión dejaba tanto humo, que en más de una ocasión, pensaron que el mundo se estaba incendiando.

Don Polo Noriega, con quien más de mil veces fui su ayudante, no escatimaba bromas mientras realizaba su trabajo. Era bravo, pero al mismo tiempo, sutil. Una de tantas fiestas del primer día de noviembre, “Día de los santos”, le vi correr al cementerio a llevarle serenata a doña Marina, su mujer de toda la vida. Un hombre fuerte, pero débil en el amor.

Otros fueron don Lolo Recancoj, don Edgar Morales, don Ángel Mazariegos, don Andelino, don Anselmo, don Salvador Monterroso y muchos otros que involuntariamente se nos olvidan. Vaya para todos ellos, nuestro reconocimiento. Su ejemplo es y seguirá siendo, invaluable.

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